Algunas masas de aire que componen la atmósfera terrestre llevan entre sus componentes significativas cantidades de agua que obtuvieron a partir de la evaporación del agua de mar y de la tierra húmeda. Juntándose así con partículas de polvo o cenizas que hay en el aire (núcleos de condensación).
Estas masas de aire cálido y húmedo tienden a elevarse cuando se topan con otra masa de aire frío y seco. Las masas de aire no se revuelven entre sí cuando chocan, están bien delimitadas y tienden a desplazarse hacia zonas de menor presión atmosférica. Al elevarse las masas de aire caliente se expanden al encontrar menor presión en las alturas, de acuerdo con la ley de los gases ideales, disminuye también su temperatura. Esto causa que el agua que contienen estas masas de aire se condense formando las nubes.
Cuando la masa de aire cálido y húmedo es forzada a subir muy alto en la tropósfera se enfría de tal manera que se forman nubes de cristales de hielo, llamadas cirrus, cirrostratus o cirrocumulus. A menor altitud se forman las nubes de gotas de agua, como son los altostratus, altocumulus que generalmente acompañan a los frentes cálidos, al igual que los stratus de menor altitud.
Los cúmulus, en cambio, acompañan a los frentes fríos. Estas nubes tienden a crecer de forma vertical hasta llegar a formar masas de altura conocidos como cumulonimbus. Estas nubes de tormenta esconden en su interior un sistema de torbellinos, ascendentes en el interior, y descendentes al exterior. Si se dan las condiciones adecuadas estos torbellinos pueden llegar hasta el suelo en forma de tornados.
La estática generada por el movimiento de estos torbellinos dentro de estas nubes es una posible causa de las tormentas eléctricas.
En planetas distintos de la Tierra las nubes pueden estar compuestas de otro material.
Las nubes de Venus están hechas de gotas de ácido sulfúrico. Marte posee nubes de agua y de dióxido de carbono. Titán está cubierta de una densa niebla de hidrocarburos la cual oculta nubes de metano. Los planetas gigantes Júpiter y Saturno tienen nubes superiores de amoníaco y poseen nubes intermedias de hidrosulfuro de amonio y nubes profundas de agua. Urano y Neptuno poseen posiblemente nubes profundas análogas a las jovianas y poseen nubes superiores de metano.
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