Adaptar nuestro presupuesto al día a día
Adaptar nuestro presupuesto al día a día se convierte a veces en una tarea difícil que no sólo depende del dinero que entra en casa, sino también de la manera en que lo distribuimos según las necesidades que tenemos.
Cuanto más se gana más necesidades se crean. Por eso. Si no tenemos en cuenta lo que gastamos, en qué lo gastamos y qué es lo que podemos gastar, llegar a fin de mes puede resultar una misión imposible.
Un presupuesto ayuda a vivir con menos, sin que eso perjudique la forma habitual de vida, ya que administrar bien el dinero sólo significa prescindir de ciertos lujos y disminuir algunos pagos que son secundarios. La mejor forma de llevar un control es elaborar un listado con tus gastos y asignar un tope a cada necesidad. Esta forma de operar es muy eficaz y sirve para aquellos que ganan mucho y para los que tiene ingresos más modestos. Sin embargo, para hacerlo correctamente, es necesario que se adapte a las necesidades reales (según el dinero del que se disponga), ser flexible (tener en cuenta que pueden surgir imprevistos) y, sobretodo, ajustarse a él. También es importante que lo elabore toda la familia, sobre todo si se tienen hijos adolescentes. De esta forma, serán más conscientes de la economía familiar y de lo que pueden gastar.
DECIDIR EN TODO MOMENTO LO QUE SE VA A COMPRAR
A la hora de comprar hay que tener en cuenta que, comercialmente hablando, todo está orientado a que se gaste más. Existe una serie de técnicas destinadas a estimular el impulso comprador, que prescinde de la racionalidad. Los productos están situados estratégicamente, dejando los más necesarios para la vida diaria al fondo, y, así provocar un recorrido por todo el espacio, utilizando colores y olores de reclamo. Sin embargo, para evitar comprar más de lo que se necesita, se pueden seguir algunas pautas que mantendrán la economía a raya y con las que se evitan, en la medida de lo posible, gastos innecesarios.
IR A LA COMPRA CON UNA LISTA
El 55% de las compras que se hacen cuando se va a un centro comercial se realizan impulsivamente; es decir, decidimos lo que nos llevamos en la misma tienda. Esto significa que a la hora de aumentar el consumo y, por lo tanto, el gasto, este dato es primordial y lo tenemos que tener en cuenta. Evitarlo es tan sencillo como ir con la lista de lo que se necesita e intentar variarla lo menos posible; es algo que nos ahorraría mucho tiempo y quebraderos de cabeza y que tan sólo hace el 26% de los españoles.
SUMAR LOS PRECIOS
Aunque tecnológicamente es posible incorporar en cada carro un código de barras para saber en todo momento lo que el cliente se va gastando. Las grandes superficies prefieren no hacerlo, porque saben que de esta forma se reducirían mucho las compras. Lo que se puede hacer, para evitar sorpresas desagradables al pagar, es fijarse un presupuesto e ir sumando los precios de todos los productos que se van comprando para saber siempre si podemos o no prescindir de la compra.
OJO CON LAS OFERTAS
No hay que confiar; en las grandes superficies, utilizan productos como tirón para atraer a los clientes. Sin embargo, no suele haber más de 30 productos en oferta a un tiempo. Los vendedores saben que, una vez dentro, existen técnicas que crean, por todos los sitios, la sensación de oportunidad, como los contenedores desordenados o los precios psicológicos, ya que a simple vista, no es lo mismo 4,95 € que 5 €. Dentro del centro comercial, todo está pensado para que se consuma más.
DEJAR A LOS NIÑOS EN CASA
Cuando se va de compras, el peor asesor con el que se cuenta son los hijos, sobre todo si son pequeños. Lo tocan y cogen todo, por lo que hay más posibilidades de que los padres puedan comprar. Pero ¿cómo no van a tocar si las sillas de los carros están a un nivel que les permite alcanzar muchas cosas? Y para los que no tienen edad de ir sentados, no hay nada como decorar los suelos de ciertos pasillos con dibujos que llaman la atención. La mejor opción es evitar el ir de compras con los niños.
EVITAR IR CIERTOS DÍAS
Está demostrado que hay determinados momentos en que es preferible no pasarse por ningún centro comercial, ya que se corre el riesgo de abusar de la tarjeta y gastarnos más de lo que podemos permitir. Así, hay que intentar evitar las grandes superficies, cuando se tenga el estómago vacío, nada más cobrar o cuando se está deprimidos. En estos momentos se tiene menos determinación y se es proclive a que sea más importante el impulso que la racionalidad.
¿DE VERDAD ES NECESARIO?
Cuando algo entra por los ojos y se desea comprarlo, lo mejor que se puede hacer es imaginárselo en casa. Es una buen manera de comprobar si merece la pena llevárselo. Otra opción es esperar unos 15 minutos antes de pagarlo; es posible que tras este tiempo de espera, se cambie de opinión y se decida que no es necesario comprarlo. La mayoría de las veces se comprar objetos y productos que no son necesarios, por lo que conviene pensar detenidamente en la necesidad de adquirirlos.
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