Esa noche no me podía dormir. Sabía que era una gran noticia y ustedes, nuestros lectores, habían reaccionado como esperaba.
La historia tenía todos los ingredientes: famoso, suicidio, muerte inesperada, y esa extraña obsesión que tenemos muchos de pensar cómo alguien que lo tiene todo y que ha triunfado puede ser infeliz.
Desde que se anunció que el actor estadounidense clic Robin Williams había muerto en un aparente suicidio, la simple nota informativa se disparó en términos de tráfico.
Recuerdo que era de madrugada y mis colegas en la oficina me decían cómo la noticia rompía récords de audiencia y lograba alcanzar más de 60 clics por minuto en la página de BBC Mundo (en solo 2 días 270.000 páginas vistas en móviles, 260.000 en computadoras).
Esas son cifras bastante altas incluso en un año en el que BBC Mundo ha publicado historias de gran impacto como clic la captura del Chapo Guzmán, la famosa clic Luna roja o los temas futbolísticos del Mundial de Brasil (con clic las razones de la derrota de Brasil y el cántico de la hinchada argentina clic “Brasil decime qué se siente” entre lo más leído).
Y claro, esa es nuestra función: si el público quiere más le damos más. Entonces nuestra redacción trabajó para ofrecer ángulos novedosos, información verificada, contexto y análisis de por qué una figura tan exitosa se había quitado la vida de esa manera.
Así les ofrecimos temas como Williams hablaba directamente de su problema con las drogas y el alcohol, Cómo humor y depresión a menudo se dan la mano y Cuáles son las depresiones con más propensión al suicidio.
En todo caso, a todo periodista le agrada que se lea su trabajo.
Pero hay un límite.
Varios días después de su muerte se reportó que la hija del actor, Zelda Williams, abandonaría por una temporada las redes sociales dada la cantidad de mensajes que consideró desagradables e irrespetuosos.
Su viuda también pidió privacidad. En redes sociales muchas personas se mostraron impactadas y hasta ofendidas por el nivel de detalle gráfico ofrecido por los medios tras una conferencia de prensa de la Oficina Forense de Los Ángeles.
Cubrir el suicidio de cualquier ser humano es complejo por los ángulos e implicaciones (familiares y sociales, entre otras) que conlleva, pero cuando el suicidio es de alguien que ha aportado tanto a tantos se convierte en un ejercicio de verdadero periodismo ético.
La responsabilidad de los medios al reportar una noticia como ésta debe ser mayor.
Dar la mayor cantidad de información posible evitando asumir o extrapolar datos de otros casos es clave.
En el caso de la muerte de Williams se informó que tenía depresión, que había sido diagnosticado con Parkinson, y que tenía problemas de adicciones a las drogas y al alcohol.
Pero jamás sabremos la causa que lo llevó a suicidarse. Es muy difícil saber lo que pasa por la cabeza de un individuo en ese minuto final y las fuerzas que lo llevan a quitarse la vida.
Por eso le debemos más respeto, a ellos, a la familia, a los fans.
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thanks for information.