La visita del Papa Francisco a Colombia está siendo toda una aventura. Cada día es una sorpresa, y de las buenas. Tras aterrizar en Medellín el Pontífice fue obsequiado con un poncho, carriel y sombrero típicos de los campesinos del lugar.
Fue el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez Zuluaga, quien le hizo entrega de tan significativos objetos. Lejos de guardarlos y dejarlos en el olvido, el Papa Francisco decidió ponerse los tres accesorios con la mejor de sus sonrisas y honrar así a un pueblo al que está especialmente unido.
Los lugareños sólo tuvieron palabras de agradecimiento para el que ellos llaman, el representante de Dios en la tierra. Pero ésta no es la primera vez que el Pontífice hace un regalo tan bonito a una población. Ya el año pasado durante su visita a México se atrevió con un sombrero de charro que arrancó las sonrisas de todos.
En la multitudinaria misa de Medellín tuvo palabras para todo y todos. Criticó las comodidades de la Iglesia y pidió su renovación. Además, el sumo pontífice interpeló a los sacerdotes y jerarcas eclesiásticos para que respalden el acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Los miles de fieles allí presentes se emocionaron ante tan humilde y sincero discurso. “La humildad de Francisco es un ejemplo, y la Iglesia se debe comprometer más, porque el comportamiento (del papa) tiene credibilidad”, dijo a la AFP Mónica Arias, una mujer de 50 años.
La multitudinaria misa reunió a más de un millón de personas a quienes ni la lluvia ni las nubes opacaron su alegría. ‘Se vive, se siente, Francisco está presente’ fue la frase que más sonó al unísono. Campesinos, abogados, empresarios, amas de casa, padres de familia, el lugar congregó a personas de todos los estatus sociales sin diferencia alguna.
El Pontícipe dejó un claro mensaje de paz y amor y dio ejemplo de ello vistiendo las ropas de este maravilloso pueblo con el que se solidarizó desde el minuto uno.
Source: Peopleespanol.com
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