Uno de los problemas más incómodos de viajar a países del extranjero con diferencias horarias importantes es el temido Jet Lag.
El Jet lag se produce como la respuesta de nuestro organismo ante el cambio o desfase horario.
Nos sentimos desorientados, mareados, muy cansados y con los hábitos de sueño y vigía cambiados.
Sin embargo esta situación es totalmente transitoria y se vuelve a la normalidad a penas se transcurren 24 horas con el nuevo horario.
La mejor alternativa para pasar ese mal rato es mantener los horarios habituales, de comida y sueño con independencia del horario en el que se encuentre el país en el que estás.
Los niños pequeños sufren mucho más los efectos del Jet Lag, por lo que hay que armarse de paciencia para pasar una noche o dos malas en las que el niño no querrá dormir por haber dormido todo el día.
Los horarios de las comidas y sus rutinas habituales se alterarán mucho durante los primeros das por lo que es recomendable mantenerse flexible e ir introduciendo al niño en el nuevo horario paulatinamente.
Es posible que el niño se muestre irritado o alterado y que presente alguna alteración gástrica, diarreas o estreñimiento, es absolutamente normal y los síntomas no duran más de 48 horas en los niños, por lo que lo único que hay que hacer es tener un poco de paciencia.
La vuelta será igual de complicada en términos horarios, pero el estar en casa facilitará la recuperación de forma más rápida y seguro que al pensar que se acabaron las vacaciones, echaremos de menos un poco de Jet Lag.
Foto: Flickr
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