A los hombres no les toca fácil en la tarea de peinarse, simple y sencillamente porque tienen menos posibilidades que nosotras, y créanme, son muchas menos, porque ellos deben llevarlo corto si trabajan para una empresa formal, deben ir bien presentados a hablar con sus contactos de negocios y deben cumplir con una expectativa social que les permita alcanzar sus metas y ambiciones.
A ellos, el peinado les permite dar forma y actitud a su físico. El peinado masculino se diferencia uno de otro apenas por la dirección del peinado, o el color del pelo. Ver a un hombre teñido de rubio es muy extraño y escaso, la verdad, a esos los apuntamos con el dedo por frikis y raros.
A pesar de todos los slogans que les puedan poner a los hombres que les gusta experimentar con peinados, lo cierto es que admiramos al que se atreve a hacerlo, aunque sea solo los fines de semana, para salir a lucirse y conquistar el mundo con ese atrevimiento y desparpajo que solo la juventud tiene y con los años se va perdiendo.
Los peinados masculinos, más que ser peinados distintos, son peinados que se distinguen por la textura y el color, por los largos, las extensiones y los accesorios. Yo creo que peinar a un hombre de manera distinta los 360 días al año es una tarea demasiado compleja si tenemos una cabeza femenina al lado. El nivel de complejidad es mayor en un hombre, porque hay que lograr que el peinado equilibre sus rasgos y potencia su actitud. En la mujer no es tanto.
Fotos: zimbio
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