Rafael Nadal, ganador del Premio Príncipe de Asturias de los Deportes en la edición de 2008.
Éste es el titular que mañana publicarán los diarios digitales y pasado mañana la prensa de papel. Los blogs lo podemos anunciar la víspera.
El tenista Rafa Nadal, número 1 de la lista ATP tras varios años en los que tuvo que defender el número 2 y en los que anunció la posibilidad de perderlo, es el merecido ganador del Premio Príncipe de Asturias del Deporte.
Su mérito está en la dificultad de sus logros deportivos, en el tiempo que ha necesitado para conseguirlos, en los cambios y las adaptaciones que ha requerido su estilo de juego para que fuera posible.
Es el reconocimiento a la progresión en su calidad profesional y al esfuerzo prolongado que ha sido necesario para hacerlo. También es el premio a la calidad humana de un tenista que tiene que soportar que en Roland Garros (sobre todo) y en Wimbledon aplaudan cuando pierde puntos por fallos y sea capaz de olvidarlo en las ruedas de prensa en las que siempre encuentra el momento de destacar las virtudes y los méritos del contrario y el comportamiento del público en esos templos del tenis.
Si Usain Bolt y Michael Phelps han sido los reyes de los Juegos Olímpicos enfrentándose a rivales que no estaban en la pista (Carl Lewis y Michael Johnson) o la piscina (Mark Spitz), donde no tienen rival, Rafa Nadal ha necesitado ganar una y otra vez a los mejores para ser simplemente el número 1.
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